miércoles, 27 de febrero de 2013


Ya viene Grand Möet y por supuesto que yo no tengo con quien ir pero no me afecta. Cam llevará a Ney y espero que Beto no llegue nunca, o que llegue con novia. 

Bendito Dios a Ney no la dejan viajar sola y llevaba un escolta de nombre impronunciable que nos cargaría las bolsas de lo que compráramos. La verdad es que a veces prefiero no comprar y no cargar.

-¿Vamos a Champs?
-Por supuesto que no Camila. - le dije.
-Qué más da dónde compremos los outfits, la cosa es que nos quede, que nos guste.
-No voy a discutir contigo.

La turca venía adelante y le explicaba a su escolta como llegar al triángulo de oro. Ya me urgía entrar a las tiendas y no tanto para gastar sino para ver lo que escogería Ney, que para ser de un mundo que no conoce los jeans, las plataformas y los bikinis brasileños, tiene un gusto impresionante para las marcas occidentales. Ella debió estudiar moda, no idiomas.

Entramos a muchos lugares y nos probamos todos los vestidos del mundo. Camila enloquecía entre accesorios y ver “qué le queda a qué y alguien tráigame unos tacones amarillos para ver y recógeme el pelo porque no sé”.... LOCA. En cambio Ney se acercaba a las prendas, tocaba las telas, veía los bordados, las piedritas, la seda, evaluaba lo largo del vestido, lo ancho del talle, en fin eran lo contrario a la hora de comprar pero se tardaban los mismito: horas y horas. Sin embargo no me hartaban, al contrario, con Cam nunca paso tiempo de calidad, casi siempre me la encuentro en fiestas que no le gustan o en reuniones de las que ya me quiero ir. Y lo cuento así porque siempre son las mismas personas en los mismos lugares, nuestra vida social es un dejà vu infinito... tal vez por eso es que me gusta tanto viajar y estar con gente nueva. Por otro lado con Ney ya no voy a estar igual porque se casa el próximo junio y nunca más la veré sin marido en mano. Ellas no saben como las estoy disfrutando y lo bien que me la estoy pasando.

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