En la fiesta de Charlottenburg las cosas más extrañas sucedían...
-¡Ah! Con que tú eres Nicole!
-La poco famosa- Reí.
-¡Famosa lo serás!, pero todo a su momento. ¡Ey, Olivia! ¡Mira qué tenemos por aquí! ¡Una hermana maya!
Traté de entender lo que pasaba pero fue inútil. Olivia se presentó, era mexicana, y traía puesto un huipil bordado a mano, de flor grande, esos son los buenos. Lo que ocurrió después me hizo sentir que a eso iba a Berlín, a conocerla, y que después de esto podía irme si quería.
-México... ¿Cómo está México? - preguntó Olivia. Debido a que lo dijo con aires de nostalgia y casi sollozando, me abstuve de hacer bromas.
-Bien, no puedo quejarme de mi país.
-Tú no te quejas, pero ¿México se queja? Pausó para después levatarse de la mesa y se perdió entre la gente.
Esto me dejó pensando no sólo ese día sino muchos más, de hecho, lo pienso a menudo incluso ahora que el tiempo ya pasó y que podría decirse que ya no tiene importancia.
No volví a encontrame a Olivia, al menos no en esas épocas, no en ese viaje. Esa noche acabó de día y aunque la pasé muy bien, aunque mis amigos estuvieran aquí, aunque Berlín me pareciera menos hostil y menos gris que al principio, yo ya no tenía nada, absolutamente nada que hacer aquí.
Regresé al hotel empaqué y me pasé mi último día visitando museos, que tanto me gusta hacer y que tan poco he podido gracias a mi falta de organización, lo reconozco.
Me dirigí al Museumsinsel (Isla de los Museos) y entré a todos los que pude:
1) Bode. No les voy a mentir disfruté más su arquitectura que su contenido.
2) Galería Nacional Antigua. Que afuera tiene una explanada donde la gente hace picnics y admira el edificio.
3) Museo Nuevo. Ni modo que no ver el famosísimo busto de Nefertiti.
4) Mi favorito por mucho: el museo del Pérgamo, que alberga una ciudad entera en tamaño real originales. Aquí nadie se puede perder la puerta de Ishtar de Babilonia, el mercado de Mileto y el altar del Pérgamo.
Y aunque disfruté Berlín, ya no era igual a otros días, ya no me emocionaba ni sentía como si me hiciera falta conocer, prefería dejar algo para después , por si volvía. Por ahora, mi tiempo en Berlín ya había caducado y por lo visto, no lo quería reconocer. Mejor regresé a terminar maletas, despedirme de Paul, dejar un par de notas en el lobby por si me buscaban y largarme. Ya.
Arriba: El mercado de Mileto en el museo del Pérgamo
Abajo: Altar del Pérgamo
Galería Nacional Antigua (la nueva es otra) con su explanada
La puerta de Ishtar en el Museo del Pérgamo... de lo más fascinante de Berlín...
El busto de Nefertiti
-¡Ah! Con que tú eres Nicole!
-La poco famosa- Reí.
-¡Famosa lo serás!, pero todo a su momento. ¡Ey, Olivia! ¡Mira qué tenemos por aquí! ¡Una hermana maya!
Traté de entender lo que pasaba pero fue inútil. Olivia se presentó, era mexicana, y traía puesto un huipil bordado a mano, de flor grande, esos son los buenos. Lo que ocurrió después me hizo sentir que a eso iba a Berlín, a conocerla, y que después de esto podía irme si quería.
-México... ¿Cómo está México? - preguntó Olivia. Debido a que lo dijo con aires de nostalgia y casi sollozando, me abstuve de hacer bromas.
-Bien, no puedo quejarme de mi país.
-Tú no te quejas, pero ¿México se queja? Pausó para después levatarse de la mesa y se perdió entre la gente.
Esto me dejó pensando no sólo ese día sino muchos más, de hecho, lo pienso a menudo incluso ahora que el tiempo ya pasó y que podría decirse que ya no tiene importancia.
No volví a encontrame a Olivia, al menos no en esas épocas, no en ese viaje. Esa noche acabó de día y aunque la pasé muy bien, aunque mis amigos estuvieran aquí, aunque Berlín me pareciera menos hostil y menos gris que al principio, yo ya no tenía nada, absolutamente nada que hacer aquí.
Regresé al hotel empaqué y me pasé mi último día visitando museos, que tanto me gusta hacer y que tan poco he podido gracias a mi falta de organización, lo reconozco.
Me dirigí al Museumsinsel (Isla de los Museos) y entré a todos los que pude:
1) Bode. No les voy a mentir disfruté más su arquitectura que su contenido.
2) Galería Nacional Antigua. Que afuera tiene una explanada donde la gente hace picnics y admira el edificio.
3) Museo Nuevo. Ni modo que no ver el famosísimo busto de Nefertiti.
4) Mi favorito por mucho: el museo del Pérgamo, que alberga una ciudad entera en tamaño real originales. Aquí nadie se puede perder la puerta de Ishtar de Babilonia, el mercado de Mileto y el altar del Pérgamo.
Y aunque disfruté Berlín, ya no era igual a otros días, ya no me emocionaba ni sentía como si me hiciera falta conocer, prefería dejar algo para después , por si volvía. Por ahora, mi tiempo en Berlín ya había caducado y por lo visto, no lo quería reconocer. Mejor regresé a terminar maletas, despedirme de Paul, dejar un par de notas en el lobby por si me buscaban y largarme. Ya.
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Izq: Bode Museum por afuera
Abajo: El Bode por dentro... ¿no es una belleza?
Izq: Bode Museum por afuera
Abajo: El Bode por dentro... ¿no es una belleza?
Arriba: El mercado de Mileto en el museo del Pérgamo
Abajo: Altar del Pérgamo
Galería Nacional Antigua (la nueva es otra) con su explanada
La puerta de Ishtar en el Museo del Pérgamo... de lo más fascinante de Berlín...
El busto de Nefertiti
La alucinante Isla de los Museos vista desde arriba
*Estas fotos las tomé prestadas porque soy brillante y ese día perdí mi cámara.
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