martes, 16 de octubre de 2012

Matuk


Saqué todo de mi maleta: cosas de baño, ropa interior, suéteres, camisas, blusas. Busqué desesperada bajo los tapetes y las sábanas. Vacié mi bolsa y los bolsillos de mis pantalones, bueno, hasta el bote de basura. ¿Dónde carajos puede estar mi pasaporte?

Observé la habitación por veinte minutos sin moverme siquiera, tratando de hacer memoria e intentar recordar lo que había hecho con él. Y es que ese día por la mañana me había ido de shopping a Warmoesstraat y a los malls por el Palacio Real, los que dan al monumento nacional. En casi todas las tiendas me pedían mi pasaporte para que me aplicaran tax free, así que podía estar en cualquier lado.

Para qué les miento, me puse a llorar, y no exactamente porque tendría que ir a la embajada mexicana a tramitar documentación temporal, sino porque ya casi lo había llenado de sellitos. Además sólo me quedaban unas horas más en Amsterdam, mi avión salía a las 6:30 y ya casi eran las 4.

Me senté en la cama y me calmé, respiré profundo dos veces y maldije unas cien, hasta que alguien tocó a la puerta. Yo no esperaba a nadie, ni quería ver a nadie, pero aún así abrí. Era Matuk, un turco que había conocido en un concierto hace unos días (en el Sensation White). Me acompañó a un par de tiendas y de inmediato recordé haberme comprado una chamarra de piel blanca y él una cartera negra justo antes de despedirnos.

-Te traje un regalo.

Me dio una bolsa de papel. Yo no quería nada, quería que se fuera cuando...

-¡Mi pasaporte! ¿En dónde lo encontraste?
-Imagino que accidentalmente lo pusieron entre mis compras. Pero por otro lado también creo en el destino.

Reí nerviosa, nerviosísima, y fingí tener el peor dolor de cabeza del mundo, así que por fin se fue y ya pude estar tranquila. Lo que nunca encontré fue mi cámara, a la que vi por última vez en el Sensation White, justo después de conocer a Matuk. Él me ayudó a buscarla, e incluso me acompañó al estadio a preguntar en cosas perdidas, pero nada. Me tuve que resignar a perder algunas fotos, ni hablar.

Tomé un tranvía y un autobús para llegar al aeropuerto, me subí al avión y así salí de Holanda: sin pena ni gloria. Pero después apareció una pregunta en mi cabeza de la que no pude escapar por horas: ¿cómo supo Matuk que estaba hospedada en ese hotel?



facebook   Adiktah Anekdotikah
twitter       @anekdotikah
tumblr       anekdotikah.tumblr

No hay comentarios.: