miércoles, 26 de diciembre de 2012


Grand Möet es un evento organizado por los chicos citadinos que hacían unas fiestas muy famosas en el pedregal, Ciudad de México. 

Todos hablaban del Grand, se hacía una vez al año, siempre en verano y siempre en un lugar distinto del globo, normalmente en las grandes urbes, este año tocaba París... igual que hace un año y hace tres... qué originales. Naturalmente es petit comité, así que me sabía de memoria quienes irían, quienes no y quienes fingirían que no pueden por algún motivo personal. Honestamente pensé en faltar, porque aunque sí iría a París en este viaje, necesitaba más de lugares nuevos como lo fue Estocolmo, como lo es Praga. Aunque todos los días pienso en la Ville-lumière, conscientemente insistía en postergarlo. París, París. Ahí fue la primera vez que me perdí en metro y terminé en las afueras de la ciudad en una colonia musulmana a las 9 de la noche, ahí mis amigos y yo fuimos perseguidos por dos negros armados una vez que nos sacaron del metro por la hora y no sabíamos donde habíamos bajado, ahí tomé absinth por primera vez hasta morir... pero también ahí fue mi primer beso, la primera vez que lloré por tener en frente la vista más hermosa del mundo, la primera vez que pude hacer lo que me diera la gana sin que mis papás estuvieran para darme permiso o no. La vez que corrí a un niño de mi fiesta de cumpleaños por tratar de besarme más de una vez, también ahí terminé en el hospital porque me sentí muy fregona al hacer el tour del Sena en la parte de afuera del barquito mientras llovía, y de ahí a la parte alta de la torre Eiffel el día que más viento hizo en el año. Recuerdo que me metí a bañar y aunque sólo había abierto la llave de agua fría, yo la sentía casi hirviendo. En fin, París es mi segunda casa, y aunque la quiero como tal, aún traigo el gusanito de no tener plan y de veremos qué pasa. Por lo tanto, seguiré disfrutando Praga... Praga linda que me recibió con los brazos abiertos, igual que Nacho, y los niños con los que venía: Rich, Diego y Gus, con los que rápidamente me acoplé, y con los que aprendí a vivir. Los pienso y los extraño, los extraño ahí. 

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